SOBRE EL PARQUE NATURAL DE LAS HOCES DEL RIAZA

Resulta estremecedor e indignante el trato de que somos objeto los ciudadanos por parte de determinados señores en nombre de la Administración –y por tanto paradójicamente de los administrados, es decir: nosotros mismos-, cuando nos atrevemos (¡qué osadía!) a criticar actuaciones en ocasiones equivocadas, o con las que no estamos de acuerdo.
Es igualmente frustrante el nulo caso que ciertos funcionarios hacen de las resoluciones del Defensor del Pueblo y del Procurador del Común, cuando ambos dictaminan sobre cuestiones que afectan al entorno y que les quitan la razón. Me estoy refiriendo a la ya larga controversia que nació a partir de los incumplimientos y/o mala gestión en asuntos referentes al uso y gestión del Parque Natural de las Hoces del Riaza (Segovia) y su entorno.

Me pregunto qué diría Félix Rodríguez de la Fuente, promotor del Refugio de Rapaces de Montejo (ahora Parque Natural al que me refiero), ante la masificación de turistas que se produce bajo los nidos de buitre leonado en plena época de cría, al tiempo que los responsables del espacio “protegido” se empeñan en dificultar el tránsito de los naturalistas por las hoces; a las pegas que se les pone a campesinos y pastores por desarrollar sus labores tradicionales que no hacen mal a nadie, prohibiéndoles incluso en algún caso tener colmenas donde lo han hecho toda su vida; cuando se permite sin embargo a empresas privadas adjudicatarias de los trabajos en el monte, hacer todo tipo de destrozos en la zona incendiada, precisamente por descuido de algunos de estos mismos; cuando se hace su actividad imposible a determinados cazadores que manifestaron su desacuerdo con la Junta, hasta el punto de que tuvieron que dejar el coto, y después se autoriza en el mismo coto una montería de jabalíes mientras los naturalistas estaban realizando su censo tradicional; cuando se niega hasta una simple carta de reconocimiento merecido por su trabajo durante años a un guarda –Hoticiano Hernando- ya octogenario, supongo que por el hecho de no haber sido guarda de la Junta, o a un investigador gravemente enfermo antes de que muriera, que tampoco había trabajado para la Junta… pero lo que considero espeluznante, cuando no posiblemente delictivo, es que un Delegado Territorial se permita el lujo de amenazar en público, en el seno de una reunión de la Junta Rectora del Parque, al representante de las Asociaciones de Defensa de la Naturaleza, en el momento en que este se queja por la adjudicación de proyectos millonarios precisamente a algunas de las personas (o a entidades vinculadas a ellas) que habían apoyado desde el principio la creación de la famosa “senda larga”, siendo además esto verdad.
Se aprovechan de que muchas buenas gentes de los pueblos segovianos no parecen atreverse a contradecir en público a la Junta de Castilla y León ni a sus funcionarios, porque nadie les ha explicado que estos están a su servicio y no al revés, y así van transcurriendo los años en unas comarcas donde los guardas denuncian a los lugareños que se “atreven” a recoger piñas para la estufa; donde los pastores “deben ir por el monte adecuadamente ataviados” y con el DNI encima, y donde los aficionados a la observación de la naturaleza parecemos proscritos y se nos persigue como a criminales.
Parece que la Junta de Castilla y León se está convirtiendo en una agencia promotora de viajes, que prima más el turismo en los espacios naturales protegidos que la protección de los mismos. Triste modelo de gestión, que no traerá a largo plazo otra cosa que nefastas consecuencias sobre el entorno.
Antonio Ruiz Heredia
Profesor, naturalista, colaborador en los rodajes de “El Hombre y la Tierra”.